Las familias en terapia

El trabajo con adolescentes y niños siempre es susceptible de ser abordado desde una terapia familiar sistemática, teniendo en cuenta la etapa evolutiva del infante y las desarmonías del funcionamiento grupal. 

En cambio con adultos la situación es más compleja y se deban valorar la estructura mental del sujeto, la rigidez o fortaleza de las defensas, las ansiedades y sus formas (paranoides, defensivas, confusionales), etc.

En ciertas situaciones debemos de limitar el abordaje terapéutico de manera que no movilicemos aspectos potencialmente conflictivos que en el momento de la consulta no están activos. En otros casos, ciertas condiciones logísticas hacen difícil desarrollar consultas con todos los miembros de la familia. Es en estas situaciones, donde el terapeuta debe tener en cuenta a toda la familia aunque no estén presentes en el grupo durante las sesiones. Siempre intentando, si es posible, realizar alguna entrevista  con los miembros del grupo familar por separado.

Durante  las primeras sesiones se llevan a cabo las entrevistas realizadas por el terapeuta para recoger información pero este proceso no acaba sino que continúa de manera convergente durante el proceso terapéutico.

El paciente y la familia toman parte activa en el diagnóstico aportando datos necesarios e iniciando así el proceso terapéutico. Por otro lado, el terapeuta analiza las angustias de la familia, acoge el sufrimiento y muchas veces las ansiedades provenientes del “no saber”.

Es muy habitual que la familia llegue a la consulta con una determinada concepción de cual es el problema principal e incluso que hay que hacer para solventarlo. En estos casos, el profesional debe estar muy consciente de cual es el problema, como lo percibe la familia y porque muchas veces nos quieren llevar por ese camino facilitándonos de manera ficticia una orientación hacia un diagnóstico  determinado. Lo cual tiene gran valor terapéutico si es captado adecuadamente por el psicólogo.

La familia narrará su propia versión del conflicto, haciendo al terapeuta depositario de las quejas y demandas que mantiene el sistema familiar confundido, pero sin dejarse confundir. A través de estas quejas, se pueden entrever las ansiedades, angustias, defensas y sistema estructural del grupo.

Estamos ante  un proceso que tiene como objetivo general llegar a una visión diferente aunque más útil que la presentada en un principio, dotando a los individuos de herramientas que desarrollen la capacidad de hacer frente a las dificultades de manera asertiva.

La acción terapéutica de las entrevistas supuestamente diagnósticas pueden en ciertos casos, ser suficiente cuando no existe patología alguna.

Si bien todos los aspectos antes descritos, deben ser tenidos en cuenta la importancia como terapeutas radica en utilizar ciertas técnicas que faciliten el conocimiento del mundo interno del paciente.

          Freud (1958) nos describe que “El paciente no recuerda nada de lo que ha olvidado y reprimido si no que lo representa. Lo reproduce no como recuerdo sino como acción.”

           

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