John Bowlby, psicoanalista inglés, pionero en el desarrollo de la teoría del apego, nos habla de la tendencia de los seres humanos a crear fuertes lazos afectivos con determinadas personas en particular. Su teoría intenta explicar la amplia variedad de formas de dolor emocional como ansiedad, ira, depresión y alejamiento.
Cuando los seres humanos nacemos, aparecen ciertas necesidades básicas que deben ser cubiertas por un cuidador que generalmente es la madre pero no siempre tiene que ser la figura materna. Simplificando mucho, podríamos reducirlo a aquella persona que cubre las necesidades básicas durante los primeros años de vida. Curiosamente existe una clara relación entre la forma en que establecemos ese primer contacto con el cuidador y la manera que encontramos para relacionamos con el otro en un futuro.
Estamos ante la primera oportunidad de vincularnos, por lo que, esta primitiva forma de relacionarse quedará marcada en nosotros como una impronta que determinará, muchas veces de manera inconsciente, el camino que utilizaremos para relacionarnos con los demás ( pareja, amigos, compañeros de trabajo, etc) en un futuro.
Analizando el desarrollo del apego se encuentran claras coincidencias entre la primera experiencia con la figura de apego y nuestras experiencias de adultos con nuestra pareja sentimental. Ya que el vinculo afectivo se hace sobre la base del modelo que se ha establecido como patrón en la mente anteriormente y es por ello que nos remitimos a la infancia o a los primeros años de vida.